Gracias al efecto de la gravedad, estamos anclados a la superficie de este planeta esférico azulado. La Tierra es un lugar, en el cual han sucedido muchas historias maravillosas, y también, macabras. Es un sitio del universo lleno de hechos contradictorios y a la vez sorprendentes. En el planeta, han existido toda clase de culturas. Por ejemplo, los imperios antiguos (Babilonia, Egipto, Grecia, Judea, Asiria, Roma, Arabia, Azteca, Maya, Inca y así sucesivamente…), nos han dejado un legado muy interesante para el mundo moderno. Sin embargo, los terrícolas, actualmente, no hemos pasado todavía de la edad de la adolescencia en cuanto a nuestra conciencia mental y estructural. No somos adultos y somos inmaduros, no hasta el grado de inmadurez del Dictador Venezolano, Nicolás Maduro Moros, pero, de todas formas, tenemos una calificación pésima. Creemos que somos muy civilizados; no obstante, apenas, si nuestra tecnología ha logrado que una sonda espacial, el Voyager I, abandone el sistema solar. Se ha probado que el brote, la epidemia del COVID-19, corrientemente llamado Coronavirus, ha sido un fenómeno castigador de la naturaleza por nuestra negligencia y mal uso del medio ambiente. Sabemos a duras penas, leer, escribir y manejar un celular inteligente. ¿Cuál es el problema? No miramos nuestro interior. No nos gusta la introspección porque es una amenaza a nuestra inteligencia y grandeza. Nos creemos autosuficientes, y claro, vivimos, paradójicamente en una “gota” insignificante del gran océano del universo. Y hablando del universo, mucha gente siente profundo malestar con las matemáticas porque exigen que los individuos resuelvan sus misteriosos enigmas y respuestas con un rigor y exactitud extremas, totalmente libres de verborrea (Hablar desenfrenadamente). Si no encuentras la respuesta, te rajas. El álgebra, las constantes, las variables, la integral, la derivada, la parábola, la esfera, la elipse, el vector, la línea recta, el plano, las ecuaciones diferenciales, las identidades, la trigonometría, las funciones: seno, coseno, tangente, cotangente… son fundamentales para lograr mecanismos e instrumentos
tecnológicos e inteligentes y para sortear el futuro incierto
venidero. Seamos justos y agradezcamos el conocimiento de lo exacto. Muchísimas
gracias, Albert Einstein, Roger Penrose, Heisenberg, Stephen Hawking… Claro, debe
haber tecnología avanzada, así como, un comportamiento profundo de nuestro
interior para alcanzar metas impensables hoy en día.
¿Cómo llegamos a
alcanzar el bienestar personal e interior para que nos sentamos más coherentes
y felices? Primero, hay individuos, tanto mujeres como hombres, que se dedican
al “arte” y a la “profesión” de la chismografía. Hablan inmisericordemente de
la gente, sin ningún control de impulsos, y en muchas ocasiones, de una manera
peyorativa y descarada. Por ejemplo, supongamos que existe una Juanita Arrow en
la actual Sudáfrica, que se dedica hablar mal de todo el mundo. Se dedica a
esparcir rumores y mancha la reputación de Peter Ferdy, del que afirma que es
bisexual. Lo grave es que Peter trabaja en una multinacional y le han puesto
ciertos problemas debido al cotilleo causado por Juanita. Por supuesto, al
final del día, gana Ferdy, pues es más astuto. Acusa a nuestra Juanita de
chismorreo ya que ella es famosa en Ciudad del Cabo por ser extremadamente
comunicativa. Y les recuerda que la tía, de ella, Verónica Arrow afirmó alguna
vez que ella era famosa por el chisme. Dijo una frase contundente, “Cuando
Juanita Arrow sabe algo, toda Ciudad del Cabo se entera.
Segundo, ¿cuál es el
mejor sistema político y económico para que el ser humano pudiera vivir mucho
más relajado y tranquilo? Sir, Winston Churchill dijo alguna vez que la
democracia liberal era la más adecuada, a pesar de sus falencias,
contradicciones y defectos. Los otros sistemas: La extrema derecha (el nazismo,
el fascismo), la teocracia y el comunismo (la democracia popular y el
socialismo del siglo XXI, inventado por el difunto Hugo Rafael Chávez Frías)
son modelos políticos y económicos, que no respetan el valor democrático de la
libertad y del libre desarrollo de la personalidad. Con todo el respeto, son
maneras de pensar extemporáneas y muy flojas en los pensamientos filosóficos
que las sustentan. Queda entonces en el aire que la democracia liberal,
inspirada en la antigua Grecia, es el sistema, que debe ser el escogido para el
futuro con ciertas medidas adicionales. Por ejemplo, el consumismo trae
problemas. La gente debe moderarse en el control de los impulsos y no comprar
por comprar artículos que no se requieren. Comer en exceso es un detrimento, y
la salud personal es la que paga. Segundo, debería haber muchísimo más civismo
y los individuos deberían comportarse de una manera decorosa y diplomática con
los demás. Todos somos un mundo. Cada uno de nosotros tenemos una serie de
ideas banales, triviales, altruistas…, y también, preocupaciones, que no han de
desaparecer fácilmente. Debemos respetar al otro teniendo en cuenta que (él,
ella) puede estar con un malestar interno y no nos quiera hablar. Meterse en la
posición del otro es fundamental para el diario vivir. Entender que yo sufrí
algo parecido a lo que le pasó al otro en el pasado, o que podré vivir, en el
futuro de algo así, nos hace mejores seres humanos, más entregados a la
humanidad. Definitivamente, el coronavirus nos ha traído la posibilidad de darnos
cuenta de que la naturaleza se desquita por el uso degradante que hacemos con
ella. Gracias, a la baja emisión de monóxido de carbono, hoy en día, respiramos
mejor y estamos menos energúmenos, pues hay más oxígeno. Los bosques, el mar, los
animales domésticos, los animales salvajes se sienten mejor y agradecidos.
Tercero, para
mejorar la introspección hay que tener en cuenta que hay individuos religiosos,
seres espirituales y personas tanto espirituales como religiosas. Muchas de las
personas religiosas tienden a abusar del concepto y la realidad de Dios, pues
se mantienen rezando a diestra y siniestra. En consecuencia, no se preocupan
del bienestar de los otros y no practican “el amar al prójimo como a ti mismo.”
Son individuos que al mantenerse orando todo el día, solamente cumplen con los
ritos religiosos, los designios y exigencias de la cultura, y, además, son vacíos
en su interior, ¡para acabar de ajustar! Por otro lado, los seres espirituales,
practican ejercicios de conocimiento personal y tratan de tener empatía hacia
los demás. Utilizan métodos que quitan el estrés a través del buen ejercicio
del silencio y de una respiración lenta y atenuada sintiendo sus cuerpos.
Pensarán que estoy hablando de ejercicios de meditación trascendental y no
necesariamente es así. De hecho, desde hace unos años, existe la práctica del “Mindfulness”,
creado por Jon Kabat Zinn. Es un método psicológico, que no toma en cuenta
muchos de los aspectos culturales del Medio Oriente. Por el contrario, en base
a la psicología y el vivir atentos al presente, conseguiremos la tranquilidad
mental desarrollada. Inclusive con respirar abdominalmente, como los niños lo
hacen, durante 20 veces al día por 30 segundos cada vez, las personas logran el
objetivo de calmar la mente y desacelerarla. Esto se llama “Mindfulness
Exprés”. Es muy sencilla y eficaz. En conclusión, hay que enfocarse en la
respiración y así viviremos más en el presente, y no, en el pasado que ya
trascurrió, ni el futuro que habrá de llegar de una manera inesperada. El ser
tanto espiritual, como religioso es una mezcla, un mix más interesante que las
otras dos opciones. Agradecerle constantemente a Dios el habernos dado la
oportunidad, tan mágica, de estar vivos y de ser unos individuos privilegiados.
También, hay que ser coherentes y debemos respetar las creaciones del Dador de
la Vida. Es mejor SER que HACER. Es decir, puede ser que sepamos
intelectualmente muchas cosas, pero tenemos que ayudar a nuestros congéneres en
la coyuntura actual del desasosiego y de las preocupaciones de toda índole,
causadas por la existencia del Coronavirus. Es ciertamente un imponderable.
Cuarto, una
implicación de la vida interior desarrollada y rica es el concepto del justo
medio. Aristóteles, el filósofo griego, fue su creador. Consiste en que para
llevar una vida más plena deberíamos convertirnos de individuos radicales y
fundamentalistas en personas moderadas. Las exageraciones desfasadas nos llevan
al desorden y al caos. Al hablar del
justo medio y los extremos, las matemáticas nos muestran una curva llamada
Campana de Gauss, que refleja y corresponde a esa realidad. Es bastante
conocida, pues se utiliza en las pruebas de inteligencia. Precisamente, la
medición del coeficiente intelectual es la única herramienta que no cumple,
supuestamente, con la teoría del justo medio (Golden Mean). De hecho, los
superdotados y los discapacitados son los dos extremos mientras que los de
inteligencia promedio son el justo medio. Una explicación alternativa a que los
genios no son tan inteligentes como dicen es que se pueden desviar del camino
al volverse prepotentes, creídos, autosuficientes, superiores, individuos que
no respetan a sus congéneres humanos. Por lo tanto, las personas muy
inteligentes, como Albert Einstein, que son pacifistas, intelectuales y
moderados, son los verdaderos genios.
Quinto, nosotros
debemos darle el espacio a la otra persona para actuar y para que sea feliz. Es
decir, no todo el mundo puede ser amigo de todos los demás. Muchas veces, vale
la pena analizar quien realmente es una buena persona y quien es un individuo
perjudicial. Precisamente, tenemos que unirnos en relaciones, y amistades que
nos hagan crecer en nuestra humanidad; además, esto nos facilitará el cultivar
y conseguir una gran empatía hacia la gente. Por otro lado, las llamadas
relaciones tóxicas son extremadamente dañinas porque solamente producen caos,
dolor, melancolías y envidias; No hay compatibilidad de caracteres. Por esa
razón, hay que evitarlas. Existen miedos con respecto a las represalias que la
gente tóxica tomará si los abandonamos. Pero, el alejarnos de la supuesta comodidad
que tenemos, el statu quo, es la medida que debe tomar un ser inteligente.
Armarnos de valor y llenarnos de coraje es lo esencial. ¡Hay que abandonar el
barco, aunque esté en medio del océano!
Sexto, las personas
adultas no deberían dejar el espíritu de niños en su interior. Los humanos no
debemos olvidar la belleza de la niñez y de la juventud. En ese momento,
aprendemos sobre la realidad como esponjas. También, no es conveniente que
perdamos la esencia de la inocencia y la autenticidad. El ejercicio de la
imaginación nos debe a acompañar a lo largo de la vida. Por supuesto, hay un
libro que nos muestra estas facetas de la niñez contrapuesta a la adultez
rígida. Es “El Principito” (“Le Petit Prince”), que nos enseña que, al meternos
en los zapatos del otro, alcanzamos una mayor madurez y sabiduría. La originalidad
de esta obra narrativa es propia de un escritor genial, el francés, Antoine de
Saint-Exupery.
Séptimo, debemos
fluir con el tiempo y dejarnos llevar. “Aunque lo creas o no, el universo
marcha como debiera (“Desiderata”): La realidad es la realidad y punto. Quiero
citar un bello paisaje del “Eclesiastés”, que me gusta y me llama mucho la
atención, a propósito de estas afirmaciones:
“El Momento Oportuno
Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el sol:
Tiempo de nacer y tiempo de morir;
Tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;
Tiempo de matar y tiempo de sanar;
Tiempo de destruir y tiempo de construir;
Tiempo de llorar y tiempo de reír;
Tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar;
Tiempo de arrojar piedras y tiempo de recogerlas;
Tiempo de abrazar y tiempo de separarse;
Tiempo de buscar y tiempo de perder;
Tiempo de guardar y tiempo de tirar;
Tiempo de rasgar y tiempo de coser;
Tiempo de callar y tiempo de hablar;
Tiempo de amar y tiempo de odiar;
Tiempo de guerra y tiempo de paz.”
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