lunes, 30 de septiembre de 2013

La Democracia del Umbral


    Gracias al efecto de la gravedad, estamos anclados a la superficie de este planeta esférico azulado. La Tierra es un lugar, en el cual han sucedido muchas historias maravillosas, y también, macabras. Es un sitio del universo lleno de hechos contradictorios y a la vez sorprendentes. En el planeta, han existido toda clase de culturas. Por ejemplo, los imperios antiguos (Babilonia, Egipto, Grecia, Judea, Asiria, Roma, Arabia, Azteca, Maya, Inca y así sucesivamente…), nos han dejado un legado muy interesante para el mundo moderno. Sin embargo, los terrícolas, actualmente, no hemos pasado todavía de la edad de la adolescencia en cuanto a nuestra conciencia mental y estructural. No somos adultos y somos inmaduros, no hasta el grado de inmadurez del Dictador Venezolano, Nicolás Maduro Moros, pero, de todas formas, tenemos una calificación pésima. Creemos que somos muy civilizados; no obstante, apenas, si nuestra tecnología ha logrado que una sonda espacial, el Voyager I, abandone el sistema solar. Se ha probado que el brote, la epidemia del COVID-19, corrientemente llamado Coronavirus, ha sido un fenómeno castigador de la naturaleza por nuestra negligencia y mal uso del medio ambiente. Sabemos a duras penas, leer, escribir y manejar un celular inteligente. ¿Cuál es el problema? No miramos nuestro interior. No nos gusta la introspección porque es una amenaza a nuestra inteligencia y grandeza. Nos creemos autosuficientes, y claro, vivimos, paradójicamente en una “gota” insignificante del gran océano del universo. Y hablando del universo, mucha gente siente profundo malestar con las matemáticas porque exigen que los individuos resuelvan sus misteriosos enigmas y respuestas con un rigor y exactitud extremas, totalmente libres de verborrea (Hablar desenfrenadamente). Si no encuentras la respuesta, te rajas. El álgebra, las constantes, las variables, la integral, la derivada, la parábola, la esfera, la elipse, el vector, la línea recta, el plano, las ecuaciones diferenciales, las identidades, la trigonometría, las funciones: seno, coseno, tangente, cotangente… son fundamentales para lograr mecanismos e instrumentos

tecnológicos e inteligentes y para sortear el futuro incierto venidero. Seamos justos y agradezcamos el conocimiento de lo exacto. Muchísimas gracias, Albert Einstein, Roger Penrose, Heisenberg, Stephen Hawking… Claro, debe haber tecnología avanzada, así como, un comportamiento profundo de nuestro interior para alcanzar metas impensables hoy en día.

    ¿Cómo llegamos a alcanzar el bienestar personal e interior para que nos sentamos más coherentes y felices? Primero, hay individuos, tanto mujeres como hombres, que se dedican al “arte” y a la “profesión” de la chismografía. Hablan inmisericordemente de la gente, sin ningún control de impulsos, y en muchas ocasiones, de una manera peyorativa y descarada. Por ejemplo, supongamos que existe una Juanita Arrow en la actual Sudáfrica, que se dedica hablar mal de todo el mundo. Se dedica a esparcir rumores y mancha la reputación de Peter Ferdy, del que afirma que es bisexual. Lo grave es que Peter trabaja en una multinacional y le han puesto ciertos problemas debido al cotilleo causado por Juanita. Por supuesto, al final del día, gana Ferdy, pues es más astuto. Acusa a nuestra Juanita de chismorreo ya que ella es famosa en Ciudad del Cabo por ser extremadamente comunicativa. Y les recuerda que la tía, de ella, Verónica Arrow afirmó alguna vez que ella era famosa por el chisme. Dijo una frase contundente, “Cuando Juanita Arrow sabe algo, toda Ciudad del Cabo se entera.

 Segundo, ¿cuál es el mejor sistema político y económico para que el ser humano pudiera vivir mucho más relajado y tranquilo? Sir, Winston Churchill dijo alguna vez que la democracia liberal era la más adecuada, a pesar de sus falencias, contradicciones y defectos. Los otros sistemas: La extrema derecha (el nazismo, el fascismo), la teocracia y el comunismo (la democracia popular y el socialismo del siglo XXI, inventado por el difunto Hugo Rafael Chávez Frías) son modelos políticos y económicos, que no respetan el valor democrático de la libertad y del libre desarrollo de la personalidad. Con todo el respeto, son maneras de pensar extemporáneas y muy flojas en los pensamientos filosóficos que las sustentan. Queda entonces en el aire que la democracia liberal, inspirada en la antigua Grecia, es el sistema, que debe ser el escogido para el futuro con ciertas medidas adicionales. Por ejemplo, el consumismo trae problemas. La gente debe moderarse en el control de los impulsos y no comprar por comprar artículos que no se requieren. Comer en exceso es un detrimento, y la salud personal es la que paga. Segundo, debería haber muchísimo más civismo y los individuos deberían comportarse de una manera decorosa y diplomática con los demás. Todos somos un mundo. Cada uno de nosotros tenemos una serie de ideas banales, triviales, altruistas…, y también, preocupaciones, que no han de desaparecer fácilmente. Debemos respetar al otro teniendo en cuenta que (él, ella) puede estar con un malestar interno y no nos quiera hablar. Meterse en la posición del otro es fundamental para el diario vivir. Entender que yo sufrí algo parecido a lo que le pasó al otro en el pasado, o que podré vivir, en el futuro de algo así, nos hace mejores seres humanos, más entregados a la humanidad. Definitivamente, el coronavirus nos ha traído la posibilidad de darnos cuenta de que la naturaleza se desquita por el uso degradante que hacemos con ella. Gracias, a la baja emisión de monóxido de carbono, hoy en día, respiramos mejor y estamos menos energúmenos, pues hay más oxígeno. Los bosques, el mar, los animales domésticos, los animales salvajes se sienten mejor y agradecidos.

    Tercero, para mejorar la introspección hay que tener en cuenta que hay individuos religiosos, seres espirituales y personas tanto espirituales como religiosas. Muchas de las personas religiosas tienden a abusar del concepto y la realidad de Dios, pues se mantienen rezando a diestra y siniestra. En consecuencia, no se preocupan del bienestar de los otros y no practican “el amar al prójimo como a ti mismo.” Son individuos que al mantenerse orando todo el día, solamente cumplen con los ritos religiosos, los designios y exigencias de la cultura, y, además, son vacíos en su interior, ¡para acabar de ajustar! Por otro lado, los seres espirituales, practican ejercicios de conocimiento personal y tratan de tener empatía hacia los demás. Utilizan métodos que quitan el estrés a través del buen ejercicio del silencio y de una respiración lenta y atenuada sintiendo sus cuerpos. Pensarán que estoy hablando de ejercicios de meditación trascendental y no necesariamente es así. De hecho, desde hace unos años, existe la práctica del “Mindfulness”, creado por Jon Kabat Zinn. Es un método psicológico, que no toma en cuenta muchos de los aspectos culturales del Medio Oriente. Por el contrario, en base a la psicología y el vivir atentos al presente, conseguiremos la tranquilidad mental desarrollada. Inclusive con respirar abdominalmente, como los niños lo hacen, durante 20 veces al día por 30 segundos cada vez, las personas logran el objetivo de calmar la mente y desacelerarla. Esto se llama “Mindfulness Exprés”. Es muy sencilla y eficaz. En conclusión, hay que enfocarse en la respiración y así viviremos más en el presente, y no, en el pasado que ya trascurrió, ni el futuro que habrá de llegar de una manera inesperada. El ser tanto espiritual, como religioso es una mezcla, un mix más interesante que las otras dos opciones. Agradecerle constantemente a Dios el habernos dado la oportunidad, tan mágica, de estar vivos y de ser unos individuos privilegiados. También, hay que ser coherentes y debemos respetar las creaciones del Dador de la Vida. Es mejor SER que HACER. Es decir, puede ser que sepamos intelectualmente muchas cosas, pero tenemos que ayudar a nuestros congéneres en la coyuntura actual del desasosiego y de las preocupaciones de toda índole, causadas por la existencia del Coronavirus. Es ciertamente un imponderable.

    Cuarto, una implicación de la vida interior desarrollada y rica es el concepto del justo medio. Aristóteles, el filósofo griego, fue su creador. Consiste en que para llevar una vida más plena deberíamos convertirnos de individuos radicales y fundamentalistas en personas moderadas. Las exageraciones desfasadas nos llevan al desorden y al caos.  Al hablar del justo medio y los extremos, las matemáticas nos muestran una curva llamada Campana de Gauss, que refleja y corresponde a esa realidad. Es bastante conocida, pues se utiliza en las pruebas de inteligencia. Precisamente, la medición del coeficiente intelectual es la única herramienta que no cumple, supuestamente, con la teoría del justo medio (Golden Mean). De hecho, los superdotados y los discapacitados son los dos extremos mientras que los de inteligencia promedio son el justo medio. Una explicación alternativa a que los genios no son tan inteligentes como dicen es que se pueden desviar del camino al volverse prepotentes, creídos, autosuficientes, superiores, individuos que no respetan a sus congéneres humanos. Por lo tanto, las personas muy inteligentes, como Albert Einstein, que son pacifistas, intelectuales y moderados, son los verdaderos genios.

    Quinto, nosotros debemos darle el espacio a la otra persona para actuar y para que sea feliz. Es decir, no todo el mundo puede ser amigo de todos los demás. Muchas veces, vale la pena analizar quien realmente es una buena persona y quien es un individuo perjudicial. Precisamente, tenemos que unirnos en relaciones, y amistades que nos hagan crecer en nuestra humanidad; además, esto nos facilitará el cultivar y conseguir una gran empatía hacia la gente. Por otro lado, las llamadas relaciones tóxicas son extremadamente dañinas porque solamente producen caos, dolor, melancolías y envidias; No hay compatibilidad de caracteres. Por esa razón, hay que evitarlas. Existen miedos con respecto a las represalias que la gente tóxica tomará si los abandonamos. Pero, el alejarnos de la supuesta comodidad que tenemos, el statu quo, es la medida que debe tomar un ser inteligente. Armarnos de valor y llenarnos de coraje es lo esencial. ¡Hay que abandonar el barco, aunque esté en medio del océano!

    Sexto, las personas adultas no deberían dejar el espíritu de niños en su interior. Los humanos no debemos olvidar la belleza de la niñez y de la juventud. En ese momento, aprendemos sobre la realidad como esponjas. También, no es conveniente que perdamos la esencia de la inocencia y la autenticidad. El ejercicio de la imaginación nos debe a acompañar a lo largo de la vida. Por supuesto, hay un libro que nos muestra estas facetas de la niñez contrapuesta a la adultez rígida. Es “El Principito” (“Le Petit Prince”), que nos enseña que, al meternos en los zapatos del otro, alcanzamos una mayor madurez y sabiduría. La originalidad de esta obra narrativa es propia de un escritor genial, el francés, Antoine de Saint-Exupery.

    Séptimo, debemos fluir con el tiempo y dejarnos llevar. “Aunque lo creas o no, el universo marcha como debiera (“Desiderata”): La realidad es la realidad y punto. Quiero citar un bello paisaje del “Eclesiastés”, que me gusta y me llama mucho la atención, a propósito de estas afirmaciones:

“El Momento Oportuno

Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el sol:

Tiempo de nacer y tiempo de morir;

Tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;

Tiempo de matar y tiempo de sanar;

Tiempo de destruir y tiempo de construir;

Tiempo de llorar y tiempo de reír;

Tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar;

Tiempo de arrojar piedras y tiempo de recogerlas;

Tiempo de abrazar y tiempo de separarse;

Tiempo de buscar y tiempo de perder;

Tiempo de guardar y tiempo de tirar;

Tiempo de rasgar y tiempo de coser;

Tiempo de callar y tiempo de hablar;

Tiempo de amar y tiempo de odiar;

Tiempo de guerra y tiempo de paz.”